¿Como?
Miraba sin ver por la ventana. Sentía las nubes negras que rodeaban la ciudad abriendose paso por debajo del cielo estrellado. Meditaba largamente y siempre llegaba a las mismas conclusiones: Algun día las estrellas serian deglutidas por el cansancio, la angustía y la desolación.
A veces, cuando caminaba podía verlos agazapados en los rincones, esperando para saltar sobre el primer desprevenido trausente que pasara por alli; o incluso sobrevolando la cabeza de los mortales, endulzando sus oidos con vinagre y pimienta. Estaban allí a toda hora, en todo momento. Dandose un banquete. Succionando hasta el cansancio, recostandose en espaldas viejas por el peso, jovenes por la edad. Doblando voluntades y quebrando espiritus. Tiñiendo de negro todo cuanto tocaban con su decrepita mano.
Se llevaban todo. No dejaban nada... solo cascaras vacias. El veía en esos ojos vacuos sin brillo ni vida el reflejo del lento transcurrir de instantes que terminaban solo para volver a comenzar. Y a fuerza de una eternidad estatica y repetida la vida se consumia. Se apagaba y enflaquecia.
Pero la oscuridad engordaba. Tanto que amenzaba el cielo.
Ahora él estaba sentado, mirando por la ventana. Su mirada se perdía en el manto tenue que se dibujaba entre las luces de una ciudad dormida y la oscuridad de la noche. A su alrededor todo era quietud y silencio. Solo sentía el vaiven ritmico de su respiración y el escosor de esas lagrimas que no atrevian a despegar aún. Su cuerpo rigido pero relajado. Una de sus manos reposaba sobre su rodilla y la otra se apretaba con fuerza el pecho desbocado mientras su cabeza bullia buscando exactamente que palabras ponerle a esa sensación que apenas se sentía capaz de contener ¿Como explicar ese calorcito? ¿Con explicar esa sonrisa que no queria irse? Tan serena y calmada. Tan pura ¿Como traducir la paz que sentia en ese momento? ¿Como hacer para que la calma que embargaba cada celula de su cuerpo se tradujera en una explicación?
¿Como?
No pudo; mientras mas pensaba, menos palabras le quedaban. Y se rindió, se dejo poseer por ese calor que no sabia de donde venia pero sabia que no se iria. Lo dejo penetrarlo, extenderse desde su corazón hasta todos y cada uno de los recovecos de su cuerpo. Cerró sus ojos, solo el calor hablaba, solo el calor tocaba, solo el calor degustaba, solo el calor lo embargaba todo con ese aroma indecifrable... solo el calor explotando por todos los rincones de su ser.
Y cuando sintió que su alma brillaba como las estrellas lejanas su boca se abrio y un suspiro fue la respuesta a sus preguntas.