Saturday Night Laugh

Las risas recorrieron los tres pisos del edificio en el lapso que va de las 3am hasta las 8 am del sábado pasado. No nos dimo cuenta, salio sin querer, sin esperarlo ni buscarlo. Solo queríamos pasar el rato entre amigos. En esta época de vacas flacas recurrimos a viejos métodos de diversión que tienen base solo en la imaginación de los que saben que no todos tienen los medios para salir. Solo nosotros sentados en ronda como si estuviéramos en un fogón adolescente, disfrutándonos como amigos, sin esperar nada el uno del otro, sin pensar en el tiempo que transcurre, sin querer ser algo mas que nosotros mismos, olvidándonos de nosotros y de los otros.
Todo salio naturalmente en esa ronda, no hubo punto de partida por que no fuimos a ningún lado, simplemente oímos la imitación por parte de un amiga de una cabaretera francesa sexualmente activa, bastante ninfómana y harto desesperada. Con acento y todo fue. Esa fue la punta de un iceberg de carcajadas que nos fagocitaron a todos, y que como una sana epidemia se extendió por todo el edificio traspasando las fronteras de mi pequeño departamento de tres ambientes.
En la tarde del domingo me encontré por casualidad con los inquilinos del edificio. Me comentaron como en sus camas comenzaron a reírse al escuchar nuestra risa, y se preguntaron de qué nos reíamos. Dije que no lo sabia, que no podía describirlo, por que lo único que me había quedado era la risa llana y ese sano dolor de estomago que da el, literalmente, partirse de la risa sin ningún motivo particular.
Hacia demasiado que eso no ocurría. Y estamos todos esperando que se repita. Nosotros seguro, mis vecino… tal vez.