- Mi Vida conmigo -

The Importance of being me.

jueves, enero 12, 2006

Ian.

Ian bajaba las escaleras lentamente, con pesadez, casi sin ganas. Se movía arrastrando a cada paso sus siete años sobre esta tierra. Pasos atenuados por los truenos de una tormenta que amenazaba con desplomarse sobre la tierra.
El ambiente se sentía pesado y escurridizo, a su manera todo le parecia irreal, incluso los gritos de su madre, que al pie de la escalera lo llamaba apurada con su campera en la mano.
- ¡Dale Ian, apurate que se hace tarde!
Serenamente y con las manos en los bolsillos él se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Su madre devolvio el abrazo pero insto a su hijo a apresurar la partida dejando sobre sus brazos la dichosa campera impermeable.
Afuera, en el desvencijado Reno 12 azul lo esperaban sus dos hermanos: Miranda - de 15 esplendorosos años - y Lucas - de revoltosos 13 - junto a Susana, su madre que, al volante, lo urgia para iniciar la partida. El, cansadamente, apoyó sus manos en la ventanilla y con voz segura y firme exclamo - Yo no voy. - y así como llegó se internó nuevamente en el gran caserón de estilo colonial.
Su madre atino a bajarse del auto pero su hija la detuvo - ¡Ma! dejalo, ya tiene siete años, ¿Que le hace quedarse solo un rato? Dale que llego tarde. - Susana la miró de reojo. Observo intrigada como la joven mujer se arreglaba frente al espejo retrovisor y se preguntó si realmente esa era su pequeña niña y en que momento se había convertido en mujer. Suspirando indicó a sus dos hijos mayores que se abrocharan los cinturones.
Ian los vio partir a travez de la ventana del living. Bajo la mirada y se dejo caer en el sillon.
Acompañado por los truenos y algún que otro relampago el pequeño hombrecito comenzó a llorar silenciosamente al mismo tiempo en que la lluvia decidió caer como una húmeda cortina sobre la tierra.
A media tarde, cuando la lluvia es encontraba en su cenit el sonido del teléfono rompió la quietud del desierto lugar. Con las manos en los bolsillos Ian lo miraba indeciso. No sabía si atender o no. Finalmente, tomo el auricular y escuchó la voz de su tía que - en muchas palabras vacias - le explicaba que su madre y sus hermanos habían tenido un accidente. Ian solo escuchó y asintió en silencio, sin decir una sola palabra: Hacia rato se había quedado sin lágrimas.

5 Comentarios:

A la/s 3:05:00 p. m., Blogger m a dijo...

Muy bueno.

 
A la/s 3:16:00 p. m., Blogger Bataclana dijo...

que tristeza!!!!

 
A la/s 5:05:00 p. m., Blogger Julie dijo...

aiaaaa

 
A la/s 3:14:00 a. m., Blogger Salitou dijo...

Rain, está muy bueno lo que escribiste, pero se me frunció el corazón con tu historia :(
Abrazo de oso con sueño

 
A la/s 2:38:00 p. m., Blogger SOL dijo...

es muy triste la historia, por que la escribiste, que querias decir?quizá no te interpreté

 

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