Crónica de un arbolito anunciado...

Estaba releyendo los post anteriores y ¡Por dios! ¡Cuantos cambios, cuantos movimientos!
En fin, siguiendo con la crónica del luto les comentaré que una vez estuvieron vendidos mis libros decidí que tenía que gratificarme de alguna manera. Por que no todo son palidas en esta vida, así que pensé en que regalarme y me decidí por un arbolito de navidad. Es un regalo para mi y para mi casa.
Mientras volvia de parque Rivadavia, con la plata en el bolsillo - la venta se organizó tipo tour: Primero Plaza Italia y luego parque Rivadavia - pensaba en que queria algo especial, distintivo, y diferente a lo que conocía. Hacia días que venia meditando la idea. Así que mientras el sol calentaba mi cara y el viento bailaba a mi alrededor me decidí por un pino de verdad. Quería un algo vivo. La verdad es que estoy cansado de esta vida plástica.
Tal vez no sería un Pino - Pino, pero sabía que seguramente hallaría algo similar.
Caminando con mi decisión en el bolsillo, me fui silbando bajito rumbo a la parada del colectivo y ahí lo vi: Era un Pino. Lo suficientemente bajito como para que entrara en el departamento, lo suficientemente barato como para no descalabrarme el presupuesto y lo suficientemente vivo como para animarme el corazón. Así que sin pensarlo dos veces saqué mi decisión y el dinero del bolsillo y lo compré.
Con él montado en el colectivo y mientras le hablaba - me dijeron que les gusta que les hablen - me pregunté como decorarlo, es pequeño, así que si le ponía un adornito me quedaba en comba el pobrecito. Y es Pino, no Palmera. Me decidí por unas girnaldas.
Bajé en Ramos y con mi arbolito a cuestas me metí en un todo por dos pesos. Ahí encontré lo que buscaba. Sin embargo, seguían siendo demasiado pesadas para mi arbol por lo que en cuanto llegué a casa decidi armar una nieve artificial de muchos colores cortando los flecos de las girnaldas y dejandolas caer sobre el mismo. [Si a alguno se le ocurre emular la hazaña les aconsejo no hacerlo cerca de una ventana o van a quedar cubiertos de pequeñas partes de guirnaldas como yo.]
Una vez terminada la hazaña, tuve que decidir donde colocarlo. El tipo que me lo vendió me dijo que tenia que ponerlo junto a una ventana para que le diera el sol. Pregunté si era necesario que le diera sol todo el día y me dijo que no, que con un poquito alcanzaba. Así que reestructuré lla dispocisión de los muebles de mi casa y lo puse sobre una repisa, junto a una ventana por la que entra el sol de la mañana.
Ahí lo dejé. Vivo y decorado.
Cada vez que lo veo me saca una sonrisa y hace que este nacimiento sea distinto, especial y por sobre todo: vivo.
Sin embargo, la cosa no termina ahí, ya que me regalaron unos hermosos moños dorados que no se cuelgan sino que se enganchan. Por lo que ahora mi arbol, no solo tiene la nieve de colores, sino también moños dorados con campanitas.
En fin, esta es la historia de mi primer arbolito de Navidad.

NOTA: Si alguno conoce de Pinos, agradecería sus concejos puesto que se muy poco de jardinería.